miércoles, 22 de diciembre de 2021

REHAGAMOS ESPAÑA

 

Con este libro el autor no aspira a más que a compartir            reflexiones sobre lo que fue nuestra España hasta llegar a un presente con demasiados problemas pendientes de solución, pero con sobradas  razones para que todos trabajemos por un más gratificante futuro sin salir de la Práctica Democrática dictada por nuestra Constitución. 

Con no menor fervor que los fieles concedemos a la Religión Católica, no pocos españoles otorgan al Socialismo el papel de principal apoyo de la Democracia. Nada que objetar siempre que la Democracia y el propio Socialismo no sean elevados al rango de una Religión que aspirase al absoluto dominio de las conciencias hacia un más allá de este Mundo.

Cabe esta puntualización porque a la vista está que cierto socialismo y algunas otras ideologías van bastante más allá que una convencional teoría política, que no habría de aspirar a más que la de ser reconocido como “arte arquitectónico de la Sociedad, como habría dicho Aristóteles, dejando para las religiones el referido moldeo de la conciencia de las personas.  

Por efectos de la fuerte y sistemáticamente urdida propaganda, para millones de personas, ese socialismo representa lo más importante de sus vidas, diríase que una religión y, puesto que los correspondientes ideólogos no aceptan ni trasmiten más verdades absolutas  que la de  que  no hay más realidad que lo material  y que, no siendo nosotros mismos más que una pequeña parte de la conciencia colectiva de esa “única realidad material”,  resulta harto discutible lo de apelar a la responsabilidad personal  tal como, por ejemplo, se empeñan  los voceros de la moral católica.

Cierto que, para ampliar su círculo de influencia, no falta quien atribuye al Socialismo inspiraciones no materialistas; ello sin desechar la “dogmática” raíz materialista. No puede ser de otra forma en cuanto casi todos los teorizantes socialistas coinciden en atribuirle a Carlos Marx, el materialista per se, la privilegiada paternidad de una  ideología o religión (según se mire) tan “concienzudamente”  materialista que, al analizarla en sus premisas fundamentales, no podemos menos de hablar de un extraño fenómeno ideal-materialista.

 Ya en el último tercio del siglo XIX se llamó a la herencia intelectual de Carlos Marx Socialismo Científico como contraposición a cualquier utopía social de la época. Lo de Marx era toda una concepción del Universo frente a simples proclamas  o programas de acción sobre tal o cual acontecimiento o fenómeno puntual en que se habían hecho o se hacían fuertes otros socialistas.

 Aun hoy, desde las filas socialistas, se resisten a poner en tela de juicio cualquiera de los postulados básicos de una doctrina, la marxista, que, en frase del polifacético Roger Garaudy, “ha llenado la cabeza y el corazón de millones de hombres y de mujeres”.

 Si aquello de “socialistas antes que marxistas”, que pronunciara Felipe González en el llamado “Congreso de reafirmación socialista” (Sept. 1979), pretendía abrir consecuentes caminos hacia  la formulación de una nueva “metafísica”, “ética” o “lógica” socialista por parte de los más ilustrados del Partido... , en la práctica, no ha logrado más que poner en evidencia un hecho incuestionable:  a un socialismo sin Marx le falta “carácter académico”, sobre todo si se alimenta de resistencia a los valores cristianos; a lo sumo, puede presentarse como un “materialista” programa de las reivindicaciones habituales en cualquier oposición o un catálogo de promesas de acción política. No sirve como doctrina que llene la cabeza y corazón de todos y, como diría el propio Marx, está condenado a pasar al Museo de Antigüedades.

 El Marxismo, que se llamó Socialismo Científico o, al amparo de la propaganda  soviética, Socialismo Real, es una doctrina que pretendía y aún pretende dar razón de todo: presume ser la heredera y síntesis de la Ilustración y la imprescindible guía en el  camino hacia la plenitud de los tiempos. Todo ello como si la principal diferencia entre los diversos partidos socialistas fuera simple cuestión de estrategia política y, después del rotundo fracaso de sus grandes expresiones (Materialismo Histórico-dialéctico, Repúblicas Populares, Dictaduras del Proletariado, Capitalismo de Estado, etc, etc. ) siguiera más viva que nunca la rotunda afirmación de Lenin:

La doctrina de Marx es omnipotente porque es exacta. Es completa y armónica, dando a los hombres una concepción del mundo íntegra, irreconciliable con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa. Es la legítima heredera de lo mejor que creó la humanidad en el siglo XIX bajo la forma de  Filosofía Alemana, Economía Política Inglesa y Socialismo Francés”.

Se nos dirá que el socialismo del siglo XXI es más político que ideológico y que, por lo tanto, se aplica a encauzar  la “realidad social” en lugar de perderse por  sofisticados laberintos de “viejas” ideas ¿no es por ese camino como ha logrado hacer socialista a la mitad de España?

Al respecto, conviene tener en cuenta que  la mayoría de los que, actualmente, se presentan a sí mismos como comunistas no dejan de intentar hacer ver que lo suyo, en cuanto marxista, no deja de ser un socialismo en estado puro.

El que esto escribe cree llegado el momento de preguntar… ¿han redundado las experiencias del socialismo en sus diversas versiones en beneficio de los españoles, incluidos los millones que se consideran a sí mismos socialistas? ¿no será que todo el aparato de presión política y propaganda se ha basado en un deliberado desconocimiento de la genuina realidad en la que nos movemos todos y que, por lo que nos toca, hemos de tratar de apreciar tal cual es?

Reconozcámoslo: para todos y cada uno de nosotros, es de vital importancia la certera respuesta a cuestiones al estilo de ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy? ¿qué puedo hacer para darle sentido a mi propia vida? ¿me hace más feliz el desoír  la más acuciante y limpia voz de mi propia conciencia?  ¿es la materia el principio y fin de todo?

Si acertamos con las debidas respuestas, bueno habrá sido el tiempo concedido a compartir o rebatir las referencias históricas, transcripciones y subsiguientes  reflexiones, las cuales, en razón del carácter que otorgamos a la doctrina socialista, nos lleva a bucear en la historia a la búsqueda y tropiezo con las raíces de un fenómeno “que llena la cabeza y el corazón de millones de personas”.

 CONTENIDO:  Introducción, 8./   1.- La España que fue y ya no puede ser, 11./   2.- Caudillos, pensadores y místicos españoles ante la modernidad europea , 34./   3.- El tonto y deprimente sueño de Prometeo, 45./   4.- Entre el ser y el no ser, 71./   5.- La Ilustración Francesa en el razonar de muchos españoles, 87./   6.- Fundamentalismo ideal materialista de la Filosofía Alemana del siglo XIX, 108./   7.- La propiedad privada, los “burgueses” y el Evangelio, 127./   8.- Desde el Mercantilismo a la Economía Política Británica,  136./ 9.- Génesis del anarcosindicalismo colectivista, 143./ 10.- El Socialismo “real” o Comunismo, padre de diversos socialismos, 152./ 11.- Raíz religiosa y tronco mundano de la doctrina marxista, 166./ 12.- La España revolucionada por importadas ideologías, 177./ 13.- Maestros de la Sospecha en huida hacia la Nada, 192./ 14.- El camino de España hacia su Segunda República, 192./ 15.- Por una Política a la altura del Humanismo Cristiano, 244./ 16.- Las raíces franquistas de la Transición Española, 258./ 17.- La Monarquía Parlamentaria y la Democracia, 303./ 18.- La modernidad política española, 322./ 19.- Entre Cesarismo y Colectivismo, 339./ 20.- Ante el particularismo nacionalista y el renacer de regresivas ideologías,  357./ 21.- Apasionante desafío con realismo cristiano y amor a España desde la Democracia, 378./ Bibliografía, 410


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